jueves, marzo 13, 2008
Columna de Opinión en La Segunda
Marcelo Trivelli
Nueva ley de partidos e intervención electoral
Me parece bien que La Moneda haga suya la necesidad de transparentar y fiscalizar a los partidos políticos por medio de una nueva ley.
Estimo aún mejor que dentro de esta nueva ley se establezca —como lo vengo proponiendo desde el 2004— la obligatoriedad de primarias abiertas para la elección de candidatos a los cargos de elección popular. Este es un gran paso en la profundización de la democracia, porque entrega las candidaturas a la ciudadanía y evita que los partidos y sus dirigentes se adueñen de esos cargos.
Pero eso no es todo. El presidente de RN, Carlos Larraín, ha afirmado públicamente que apoyaría la nueva ley, siempre y cuando se sancione la intervención electoral en Chile. Totalmente de acuerdo. Toda intervención electoral, sea ésta pública o privada, debe sancionarse severamente; incluso, que la ley contemple la pérdida del cargo para quien haya sido mañosamente electo, si así lo determinan los tribunales.
Aquellos que hoy no quieren regular la intervención electoral se encuentran muy cómodos en sus posiciones de poder, con redes de influencia bien aceitadas, y no están dispuestos a poner en riesgo los beneficios derivados de sus cargos. Ellos trabajan para impedir que se aprueben leyes que garanticen mayor transparencia y competencia en el sistema electoral. En Chile necesitamos que se empareje la cancha y que nadie sea dueño de la pelota, para que exista una real y transparente competencia electoral.
Quienes al interior de ambas coaliciones se oponen a legislar contra la intervención electoral pública o privada son políticos del pasado que hacen política entre cuatro paredes, que siguen aferrados al poder y que se niegan a trabajar a rostro descubierto frente a Chile y su gente.
Mi compromiso es trabajar por aunar voluntades —Concertación, independientes y Alianza— para erradicar de la política toda forma de corrupción en la gestión y en los procesos electorales. Para ello es vital aprobar un conjunto de leyes que den más poder a la ciudadanía, que aumenten la fiscalización y que regulen la intervención electoral. Así, con reglas claras y transparentes, lograremos que el mérito, el talento, la disciplina, el esfuerzo y la austeridad sean los valores que guíen a quienes tenemos una verdadera vocación de servicio público.
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