jueves, agosto 16, 2007

DISCURSO EN LA SEDE DE LA DC EN CONCEPCION, CON MOTIVO DE LOS 50 AÑOS DE LA DEMOCRACIA CRISTIANA


28 de julio de 2007

MARCELO TRIVELLI
Presidente 9ª Agrupación Santiago
Precandidato Presidencial


Hablemos de política

Muchas gracias por esta invitación.

La invitación fue para hablar sobre “Motivación y Comunicación” y es una manera y unas palabras que hoy día , a veces, se ocupan en nuestro lenguaje para decir “hablemos de política”.

Yo creo que la mejor comunicación y motivación que podemos tener como partido es ser capaces de retomar nuestra convicción y nuestra capacidad para hablar de política, para pensar en política y para actuar en política.

Quiero partir reafirmando que me siento orgulloso de la Democracia Cristiana y de ser demócratacristiano .

Recuerdo de la época en que la gente decía “ahí va un demócratacristiano” porque ese demócratacristiano era consecuente con sus principios y con sus ideas. Y a veces por las situaciones que hemos enfrentado nos cuesta ahora decirlo públicamente.

Pero creo que en política hay que estar orgulloso de lo que uno es, orgulloso de la institución a la que uno pertenece y entendiendo como decía Frei Montalva de que siempre va a haber errores. Pero es nuestra obligación ver lo bueno y el aporte que ha hecho la Democracia Cristiana en todos estos años.

Y es por esto que con estos cincuenta años de trayectoria, hoy tenemos un gran desafío y que es el de retomar nuestro mandato de vanguardia. Hay que recuperar la impronta que le dieron a nuestro partido nuestros padres fundadores.

La Democracia Cristiana nace como partido de la mano de la Iglesia. Esa Iglesia comprometida con los pobres, con los débiles, con los marginados y con los perseguidos. Y esto no era solo a nivel de pensamiento, no era solo a nivel de doctrina, sino que a nivel de la vida cotidiana, en un trabajo conjunto con nuestros pastores como el Padre Hurtado, el Obispo Larraín, el Cardenal Silva Henríquez y tantos otros pastores, con quienes nuestros líderes conversaban y trabajaban en aras de cumplir esos anhelos que tenía la Democracia Cristiana.

Este partido nace para cambiar el orden establecido, para cambiar ese orden que parecía a principios del siglo veinte, el año 27, como un designio divino donde la existencia de hermanos que vivían en pobreza, parecían ser el orden justo de una sociedad que nuestros padres fundadores no compartían.

Ellos vieron con indignación que el Partido Conservador al que pertenecían defendía ese status quo y tuvieron el coraje de cuestionar los paradigmas de la época y de rebelarse contra una realidad que no querían que se perpetuara.

Con la esperanza y el optimismo del evangelio que a veces hemos perdido, sin medir los costos y sacrificios personales, iniciaron ese hermoso camino de búsqueda de mayor justicia social que marcó la historia de Chile del Siglo Veinte.

Lo que hicieron Frei, Leighton, Palma, Gumucio y tantos otros fue simplemente hacer política. Pusieron en acción, pusieron en programa, pusieron en compromiso la Doctrina Social de la Iglesia, pero en definitiva lo que hicieron fue hacer política.

La Democracia Cristiana ha hecho política durante toda su historia. El gobierno de Frei Montalva hizo política, y cambió para bien la vida de millones de chilenos, de pobladores con la promoción popular, de campesinos con la Ley de Reforma Agraria y de Sindicalización Campesina y de jóvenes con la masificación de la educación.

La Democracia Cristiana hizo política en defensa de los Derechos Humanos durante la dictadura. El gobierno de Aylwin hizo política y devolvió a Chile la democracia y centró al Estado en la justicia social.

El gobierno de Frei Ruiz-Tagle hizo política al comenzar la modernización del Estado y la infraestructura del país.

Con la caída del muro de Berlín, nos dijeron que la política se había terminado, que la política ya no podía expresar la voluntad de un pueblo, porque en un mundo global y unipolar, sería el mercado y la Internet la que serían los referentes de la construcción de la realidad.

Desgraciadamente muchos en Chile han asumido esto y en los últimos años se ha desprestigiado la política y a veces en nuestro propio partido, estamos más preocupados de administrar y mantener el poder, que de pensar, expresar y trabajar por un proyecto de país.

¡Necesitamos recuperar la capacidad de hacer política!, para cambiar todos esos aspectos de la realidad que no nos gustan a la luz de nuestra doctrina. La política va de la mano de la Patria y nuestras ideas y principios se hacen cada vez más necesarios frente a la globalización que pretende uniformarnos bajo un orden economicista donde pareciera no quedar espacio para la cultura y los valores cívicos.

La Patria: Un nuevo Pacto Social

La Patria no es sólo un territorio. Es la capacidad de estar y vivir en comunidad para protegerse y para protegernos entre nosotros y para actuar. La Patria es la necesidad de no estar solos para enfrentar una realidad de inseguridades, un futuro incierto en un mundo que muchas veces aparece como amenazante.

¡La Patria es la convicción de que juntos se tiene más fuerza para protegernos! y tener logros a los que solos no podemos aspirar. Y para ello el partido, nosotros, ustedes, cada uno de nosotros, debe preguntarse cómo podemos aportar más que esperar qué puede dar el país a nosotros. Lo que hay que ver es qué podemos aportar nosotros a esa comunidad, a esa Patria querida, a esa Patria justa y buena a la cual hacía referencia el Presidente Aylwin.

Lo relevante es ver cómo nos damos sentido de comunidad sobre la base de valores cívicos compartidos, que estén por sobre el mínimo que establece la ley.

En días recientes alguien que quiere ser Presidente de Chile, jugando al filo de la ley, se ha quedado por debajo de la ley. No podemos aceptar, camaradas, que alguien que no cumpla la ley ni cumpla los estándares éticos mínimos pretenda ser Presidente de Chile.

¡Tenemos que generar un nuevo Pacto Social! Un Pacto Social dónde el estándar en el cual nos relacionemos entre los chilenos, sea más alto que el mínimo que nos exige la ley. ¡Cómo no rebelarse en contra de aquéllas empresas que pagan el sueldo mínimo, y que tienen ganancias no millonarias sino que billonarias porque actúan en el mundo global! Hacen esa utilidad a partir del pago del sueldo mínimo.

¡Eso es faltar a la ética y faltar al sentido de la Patria!

Cómo no decir: necesitamos subir el estándar de solidaridad. No basta con la solidaridad del Estado. Tenemos que construir también entre nosotros.

Cómo no recuperar el valor del trabajo bien hecho, cuando en nuestro país la mayoría de los chilenos somos gente honesta, trabajadora y comprometida. Pero pareciera que hoy día que ni con mucho esfuerzo ni con mucho mérito ni con mucho talento se abren las oportunidades porque parecieran estar reservadas a unos pocos.

Cómo no recuperar los valores compartidos de honestidad y de probidad.

Cómo nos hacemos cargo hoy día de lo que son los desafíos de este mundo.
Si el campesinado en la década del sesenta y los pobladores de esa misma época fueron la atención, hoy día la atención hay que ponerla en aquéllos que sufren de la violencia social.

Cuando uno recorre el país, y recorre las poblaciones hay un grito de desesperación de nuestros compatriotas por la delincuencia que están viviendo. Es cierto, tenemos que seguir preocupados de la superación de la pobreza, pero a lo largo de todo Chile se empiezan a dar situaciones que asocian droga y violencia, droga y delincuencia y pareciera que eso no fuera un tema para nosotros hoy día como partido. El desafío es cómo nos hacemos cargo de ayudar a nuestros compatriotas que viven en situación de pobreza, la pobreza de este siglo que no es la misma pobreza del siglo pasado.

Cómo no ayudar para que los espacios públicos puedan ser ocupados y puedan ser compartidos, para que no ocurra que a la hora en que se pone el sol, muchos chilenos tienen que encerrarse en sus casas.

Me comentaron que aquí en Concepción pasa lo mismo que en otras partes del país en que hay familias que han aprendido que la cama no se pone al lado de la ventana, que a los niños no se los deja salir después de que baja el sol, que hay que llegar a la casa antes que las calles se las tomen los narcotraficantes.

Y eso se esconde en las cifras que conocimos en estos días en las que nuevamente la atención se pone en la clase media-alta y alta porque en esos segmentos aumentó el consumo de marihuana. Pero escondemos el consumo de pasta base. En nuestra vida diaria vemos cómo conseguir el dinero a través del delito para poder financiar la droga. Esa es una de las formas de pobreza a la cual nos enfrentamos hoy día.

Vanguardia e innovación

Cómo hacernos cargo de un futuro promisorio.¡Chile es un país que tiene todo el potencial para salir adelante! Tiene todo el potencial para crecer, para desarrollarse y para recuperar ese sentido patrio que hemos perdido.
Hay que rescatar de nuestros padres fundadores –de la DC- la impronta. Esa impronta que de repente echamos de menos. El desafío es cómo ponemos en el lenguaje de hoy lo que nos decía Jaime Castillo en el sentido de ser un partido de vanguardia.

Y eso hoy día es innovación. Es atreverse a romper esquemas. Es atreverse a soluciones distintas. Es atreverse a plantear nuevos paradigmas.

Cómo volver a la autenticidad de la cual hablaba Eduardo Frei Montalva, cuando decía “podrán haber otros, pero nadie me puede negar 36 años de compromiso y de autenticidad como una respuesta genuina con nuestras convicciones”, con su convicción que dio vida a este partido.

Optimismo y esperanza

Cómo no volver al mensaje de optimismo y de esperanza del Evangelio, cuando muchas veces escuchamos en nuestras conversaciones que está todo mal y que no hay solución.

¡Si nuestra doctrina y nuestro origen es la esperanza! ¡Esa es nuestra formación y nuestros orígenes!. Y por lo tanto tenemos que buscar construir una mejor calidad de vida y atrevernos a plantear que finalmente la labor política de un partido es que las personas sean más felices.

Cómo retornar a nuestra acción política el sentido de trascendencia.

Permítanme un ejemplo que yo siempre cito. Recuerdo haber nacido en la motivación política acompañando a mi padre – Ministro de Agricultura 1964-1970- en los campos de Chile. En el provincial de San Felipe les conté que yo llegaba con mi padre en invierno con un chaquetón de franela, con unos buenos bototos y los niños del campo andaban a pata pelada o con hojotas. Y los hombres del campo no miraban a la cara, tomaban el sombrero frente al pecho y bajaban la vista. En esa época el gran desafío fue recuperar esa dignidad de los campesinos.

Yo estaba contando ésta anécdota de la década del sesenta -y que fue lo que me motivó a entrar a la Democracia Cristiana - y el Presidente del Provincial me dice: pare por favor. Se pone de pie y me dice: yo quiero dar testimonio de que eso es cierto porque yo era uno de esos niños y hoy día soy dueño de mi tierra y mis tres hijos son estudiantes universitarios.

¡Ese sentido de trascendencia lo hemos perdido camaradas! Porque qué estamos haciendo hoy para que un dirigente del partido en treinta años más nos diga yo estoy aquí porque tu generación, su generación, hizo esto o aquello por mí o por mi familia.

Nos falta pasión, creer en lo que hacemos, jugárnoslas por lo que hacemos, ser perseverantes más allá de las dificultades.

En este aniversario hay que mirar hacia atrás. Frei Montalva pasó 36 años antes de lograr un objetivo. Pero fue un proceso de perseverancia, de pasión por Chile y por su gente. Y claro, no tenemos que olvidarnos que todo partido político tiene una dimensión de logros, que es cómo nos estructuramos, y por lo tanto también tenemos que salir a buscar votos y a buscar apoyos para poder hacer nuestro proyecto político.

Hay que volver a valorar el trabajo bien hecho. Se trata de hacer las cosas bien, hacerlas con ganas y cumplir y reconocer el talento y abrir las oportunidades a la gente talentosa para que volvamos a ese Chile en el que a la gente con talento y con mérito se le abrían las puertas.

Nuestros partidos y los otros partidos de Chile necesitamos atrevernos a decir: hagamos política, porque hacer política es compartir un proyecto común, es tener una voluntad de cambio, una voluntad de trabajar en conjunto y en comunidad, esa comunidad que se llama la Patria, esa Patria que a veces estuvo muy manoseada en años pasados y que parecía ser solo propiedad de unos pocos. Pero la gran Patria en el más amplio sentido de la palabra nos pertenece a todos y para eso tenemos que empezar a relacionarnos bajo un estándar que sea un poquito más alto que el mínimo que nos exige la ley.

Camaradas, terminemos con la indiferencia y atrevámonos a ver los problemas que tenemos, problemas distintos de los de hace veinte años, problemas distintos de hace cuarenta años y problemas distintos de cuando nuestros padres fundadores soñaron con un proyecto político.

¡Atrevámonos a soñar Chile porque eso es lo que la sociedad espera de nosotros!.

Muchas Gracias.

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