jueves, noviembre 22, 2007

Fiscalización y transparencia en el Senado

Transparencia, transparencia y transparencia

Una vez más, el mundo político envió una pésima señal a la ciudadanía. El Senado no aprobó dos leyes que tenían por objetivo lograr mayores grados de transparencia respecto del actuar de nuestros parlamentarios: hacer pública la hoja de vida parlamentaria y que los presidentes de ambas cámaras dieran cuenta pública, anualmente, ante el Congreso Pleno. El problema, es que no se puede ser juez y parte.

Algunos Senadores, calificaron estos proyectos de ley de transparencia como un autogol, porque "nos generará muchos más problemas que beneficios" [1] .

Más democracia y más transparencia nunca es un autogol, porque siempre trae beneficios. Las decisiones entre cuatro paredes como ésta, donde los honorables se protegen de la opinión pública, son las que generan los problemas y la falta de credibilidad.

Cada vez que los legisladores le dicen que NO a MÁS TRANSPARENCIA, le están haciendo un daño irreparable a Chile, a sus instituciones y a la democracia.

Pareciera que los Senadores no tienen capacidad de autocrítica, ya que no asumen que los partidos políticos y el Parlamento son las instituciones en las que menos confían los chilenos [2].

¿Será casualidad esto? Ciertamente no. Estas dos instituciones tienen en común ciertas características que hacen que la ciudadanía desconfíe de ellos. Ni una de ellas tiene interés en transparentar y dar la cara respecto de sus actos.

Hoy día, los partidos políticos son verdaderos hoyos negros, donde la ciudadanía no tiene conocimiento de sobre cuánta plata tienen, quiénes los financian o cómo se financian, de qué manera se gastan los dineros, etc.

Solo en la medida que en Chile se discuta y apruebe una nueva ley de partidos políticos, donde sea obligatorio transparentar todos los movimientos monetarios y exista una "Superintendencia de Partidos Políticos" para fiscalizarlos, podremos avanzar hacia mayores grados de credibilidad institucional.

En la misma línea, hay que legislar para que todas las donaciones políticas, sin excepción, sean públicas. Si no, se presta para que exista tráfico de influencias, donde la ciudadanía no tiene la posibilidad de fiscalizar a sus representantes.

Hago un llamado a construir un país cuya sólida base sean los valores y la ética del nuevo siglo. El trabajo bien hecho, la transparencia, la honestidad, el esfuerzo, la disciplina, la constancia, la paz y el profesionalismo es lo que requiere el país para que las malas prácticas sean erradicadas en toda la sociedad y construyamos un Chile que invita al éxito para todos y no para unos pocos que ostentan el poder.


[1] La Segunda, miércoles 14 de Noviembre de 2007
[2] Fuente: Latinobarómetro 1996 – 2004: n= 1200

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