Terminadas las elecciones municipales, nuevamente surgirá en los discursos la promoción de la inscripción automática y voto voluntario, sin embargo, mientras los jóvenes no se inscriban e introduzcan una variable de incertidumbre en el proceso eleccionario, esta ley no se va a aprobar.
A pesar de ser “políticamente correcto” promover dicha ley que profundiza la democracia, para los políticos tradicionales no es conveniente hacerlo, porque introducen un nivel de incertidumbre en el padrón electoral.
Entonces ¿qué podemos hacer?
Soy un convencido de que no podemos quedarnos esperando que el poder legislativo promulgue inscripción automática y voto voluntario, porque simplemente no va a suceder. Soy un convencido también, que los cambios sociales profundos y duraderos parten desde la ciudadanía, parten desde la base de las sociedades.
Es por eso que ha llegado el momento que asumamos nuestra responsabilidad y produzcamos un cambio profundo en el sistema político. Para ello, tenemos que generar entre todos una campaña masiva de inscripción. Una campaña sincera y motivadora dirigida a los jóvenes y a todos aquellos que no están inscritos.
Si logramos que se inscriban por lo menos un millón de personas, se reconfiguraría el padrón electoral y seríamos capaces de exigir un cambio y renovación de la política y de los políticos.
Las próximas elecciones tienen que marcar la diferencia, tienen que marcar un antes y un después en la historia de nuestro país. Son las voces de los jóvenes los que tienen que mandar un mensaje claro y fuerte a todo Chile: no más de lo mismo, necesitamos un cambio.
Creo profundamente en la fuerza de la democracia y en la fuerza de las convicciones. Y estoy convencido que hoy es nuestro momento, hoy es nuestra oportunidad de comenzar a trabajar para construir un movimiento masivo de inscripción electoral para producir un remezón en la política.
Si la renovación de la política, la profundización de la democracia y la apertura de nuevos espacios de participación no lo hacen quienes hoy tienen la representación ciudadana, es decir Alianza y Concertación, surgirán ofertas populistas que capitalizarán el descontento.
Si la clase política en el poder no se da cuenta del grito de la ciudadanía por más democracia y más participación, no habrá nada que nos salvará del populismo.
A pesar de ser “políticamente correcto” promover dicha ley que profundiza la democracia, para los políticos tradicionales no es conveniente hacerlo, porque introducen un nivel de incertidumbre en el padrón electoral.
Entonces ¿qué podemos hacer?
Soy un convencido de que no podemos quedarnos esperando que el poder legislativo promulgue inscripción automática y voto voluntario, porque simplemente no va a suceder. Soy un convencido también, que los cambios sociales profundos y duraderos parten desde la ciudadanía, parten desde la base de las sociedades.
Es por eso que ha llegado el momento que asumamos nuestra responsabilidad y produzcamos un cambio profundo en el sistema político. Para ello, tenemos que generar entre todos una campaña masiva de inscripción. Una campaña sincera y motivadora dirigida a los jóvenes y a todos aquellos que no están inscritos.
Si logramos que se inscriban por lo menos un millón de personas, se reconfiguraría el padrón electoral y seríamos capaces de exigir un cambio y renovación de la política y de los políticos.
Las próximas elecciones tienen que marcar la diferencia, tienen que marcar un antes y un después en la historia de nuestro país. Son las voces de los jóvenes los que tienen que mandar un mensaje claro y fuerte a todo Chile: no más de lo mismo, necesitamos un cambio.
Creo profundamente en la fuerza de la democracia y en la fuerza de las convicciones. Y estoy convencido que hoy es nuestro momento, hoy es nuestra oportunidad de comenzar a trabajar para construir un movimiento masivo de inscripción electoral para producir un remezón en la política.
Si la renovación de la política, la profundización de la democracia y la apertura de nuevos espacios de participación no lo hacen quienes hoy tienen la representación ciudadana, es decir Alianza y Concertación, surgirán ofertas populistas que capitalizarán el descontento.
Si la clase política en el poder no se da cuenta del grito de la ciudadanía por más democracia y más participación, no habrá nada que nos salvará del populismo.
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