Siempre he tenido una visión de Chile fundada en valores que se expresan en una conducta de honradez, esfuerzo, disciplina y vida en familia, donde cada uno de nosotros nos relacionamos y nos respetamos entre todos.
La inmensa mayoría de las personas que he conocido a lo largo de nuestra Patria, son responsables, trabajadoras, honestas, amables y solidarias. Sin embargo, han ido acumulando frustraciones y resentimiento al ver que el fresco, el patudo, el apitutado y el que se salta la fila les va mejor que a ellos.
A pesar de esto, siguen viviendo de acuerdo a sus valores y mantienen la esperanza de que se puede construir entre todos un país mejor. Son estos dos rasgos fundamentales, los que me motivan y me nutren de fuerza para seguir trabajando por un cambio para Chile y su gente.
Hay que ser realista, producir un cambio de verdad, uno que beneficie a los chilenos no es fácil. Vamos a requerir un esfuerzo de cada uno de nosotros trabajando duro todos los días, porque nos enfrentamos a los que hoy están cómodos y protegen sus posiciones de poder en el ámbito político, económico y cultural.
Esta es una tarea tremendamente difícil, pero estoy en política porque creo profundamente que es posible un cambio de rumbo. Porque soy un convencido que es necesario transformar la manera de hacer política, y esto se logra, siendo consecuentes con nuestros valores, principios y sueños de un país mejor.
Podría haber elegido quedarme en la comodidad de la casa, trabajando en la oficina y viendo todo lo que sucede en nuestro país como un simple espectador. Podría haber decidido no preocuparme de la violencia de género y los femicidios, no haber denunciado la escandalosa concentración del poder, haber hecho oídos sordos por la inaceptable destrucción que producirían las represas en Aysén y quedarme callado respecto de la nula participación ciudadana que existe en Chile.
Sin embargo, tomé la decisión de no caer en la comodidad, sino recorrer el país compartiendo con las personas para trabajar por Chile y su gente.
Hoy, no podemos permitirnos perder la oportunidad de buscar soluciones innovadoras y creativas que aseguren calidad en la educación, una atención digna en salud, el desarrollo de ciudades inclusivas, la protección del medioambiente, una lucha eficaz contra el narcotráfico y poner término a la violencia social, que la gran mayoría de los casos, comienza en el mismo hogar.
Estos problemas están en todo Chile. Pero me he dado cuenta, que las soluciones están en nosotros mismos, en nuestros valores, en nuestros principios, en nuestra esperanza de que podemos y debemos trabajar para que Chile progrese con valores.
La invitación, es a que se atrevan a soñar y que confíen, en que juntos, con trabajo y compromiso tenemos más fuerza para lograr los objetivos que nos proponemos.
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