viernes, abril 13, 2007

Entrevista en Revista Cosas

Recién salida del horno, les dejo una entrevista que me hizo el periodista Max Campino para la revista Cosas.
Entre otros temas, hablamos del Transatiago, el gobierno de Bachelet y el futuro de la Conceratción.

Espero les sea útil,



Marcelo Trivelli: “A Espejo lo botó Zamorano”

El ex intendente de Santiago dice que se encuentra con un pie en la política y otro en el mundo privado, pero deja ver que está a punto de volcarse por completo a la actividad que lo llevó a convertirse en un personaje con altos grados de adhesión en las encuestas, pero resistido por el establishment político.
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Por: Max Campino / Fotos: Ximena Vargas

A sus 52 años, Marcelo Trivelli asume que le cuesta entrar en el mundo de los adultos o de los “antiguos”, como les llama él, porque asegura que no es una cuestión de edad. Hace dos años que volvió a las asesorías comunicacionales que lo llevaron a la política por primera vez. Desde ese mundo alucina con YouTube, donde “sube” a la web sus “videopiniones”, clips de imágenes que reflejan algún problema social del país, para abrir nuevos canales de comunicación con la gente. Trivelli es como un humanista cristiano setentero “reloaded” que busca incesantemente estar en sintonía con lo que pasa con la ciudadanía. Tanto, que a veces peca de vanguardista y se queda abajo del carro de los partidos. Porque en la misma proporción que se obsesiona por entender los procesos sociológicos que afectan a los chilenos, reniega del funcionamiento de los partidos políticos en la vida real. Así se quedó abajo de la alcaldía de Santiago, así lo sacaron de las encuestas y así mismo pretende, cual Quijote, volver. “Quedé picado con mi partido, pero perdoné muy rápido, no soy rencoroso”, afirma. Ahora planea su retorno, aunque asegura que no lo ha decidido aún, mientras asesora comunicacionalmente al Administrador Financiero del Transantiago. Por lo mismo, el plan de transporte capitalino no es algo distante para este inusual militante decé.

–¿Qué habría hecho distinto usted si hubiese sido intendente de Santiago a la hora de aplicar el plan?
–Si hubiera sido intendente de Santiago, habría presionado mucho más por aplicar la ley de seguridad interior del Estado y haber intervenido a esas empresas que no cumplen con los contratos convenidos.

–Eso lo propuso Sergio Espejo.
–Sí, pero Belisario Velasco se la cortó al día siguiente. Lo que no comparto, porque en los servicios públicos en los que se incorporan los privados el mercado llega hasta un cierto punto, pero cuando se deja de prestar el servicio, el Estado está obligado a intervenir. Eso está en los contratos, se pueden caducar las concesiones y se puede aplicar la ley también para el caso de una paralización ilegal. No sacar los buses a la calle es una paralización ilegal.

–¿Está siendo La Moneda más papista que el Papa en términos de la protección de la propiedad privada?
–No lo sé. En el 2002 aplicamos la ley de seguridad interior del Estado por las micros amarillas. Lo mismo hicimos en el tema de la basura con el cierre de Lepanto. El Presidente Lagos declaró emergencia sanitaria y se hizo lo que había que hacer: intervenir. Mientras yo fui intendente se hizo dos veces.

–¿Habría que intervenir Sonda?
–Es que Sonda no está en el servicio público; lo que digo se remite al tema del transporte.

–Usted participó en el directorio que diseñó el Transantiago y ahora le lleva las comunicaciones al AFT. ¿En qué se siente responsable del Transantiago?
–Me siento mucho más responsable por las fallas de este plan en mi labor de intendente, porque con el AFT soy un asesor que sugiere y las decisiones se toman en otra parte. Me reprocho no haber dado la pelea más fuerte porque éste fuera un proyecto descentralizado y no una cuestión diseñada entre cuatro paredes. Es el clásico ejemplo en que no hay participación ciudadana. También me pesa no haber dado más la pelea porque el sistema de cobro fuera por kilómetro recorrido y no por pasajero transportado, para incentivar que el bus vaya más lejos y pase todas las veces que tuviera que pasar.

–¿Hay diferencia entre el ex ministro Espejo y René Cortázar?
–Sí. René tiene más experiencia, tiene 20 años en esto, le ha tocado negociar los pactos empresarios-trabajadores en momentos súper delicados, etcétera. Ahora bien, el que entra en el segundo tiempo de una crisis entra mucho más empoderado que el pobre que partió con el problema y tuvo que enfrentar la crisis. ¡Ahora resulta que para Cortázar hay plata! Y hace 10 días no había.

Entonces ¿la diferencia es Cortázar o la crisis?
–¿Cuáles han sido los errores comunicacionales del Transantiago?
–No haber preparado a la ciudadanía para un cambio cultural. Lo único que le dijeron a la gente es que para llegar de un punto a otro iba a tener que tomar micros distintas que antes. Pero no le dijeron que iba a tener que caminar una cuadra, que iba a tener que dormir distinto ni que iba a tener que hacer transbordos ni que iba a ser muy complicado. Se hizo una campaña elitista en que, en vez de usar los atributos de la historia de Zamorano como una persona que se esforzó y lo logró, se lo puso como un gran éxito del país y ya. Pero si el diseño hubiese estado bien, habría habido problemas igual.

–¿Qué opina de la “bajada de la micro” de Zamorano?
–En parte, Zamorano botó a Sergio Espejo. Desde que él dio esas declaraciones, la oposición se atrevió a pedir su renuncia, se comenzó a cuestionar su labor y dos semanas después dejó el cargo. Eso ¿qué dice? Que Iván Zamorano es querido y respetado y seguido por la gente. Si yo hubiera sido asesor comunicacional de Zamorano, le habría advertido que él no podía poner su cara en una campaña elitista cuando él es todo lo contrario. El, al “bajarse de la micro”, dejó de estar en la pauta, fijó su posición y hubo cambio de ministro. Desde el punto de vista de su imagen y de su patrimonio, al menos contiene el daño, porque él se puso nuevamente del lado de la gente.

“Me gustaría ser Presidente”

–Dice que tiene un pie en la política y otra en el mundo privado. ¿Qué le falta para estar de lleno en la política?
–Buena pregunta. No lo he pensado.

–¿Le alivia que hayan puesto a José Antonio Viera-Gallo en la Secretaría General de la Presidencia?
–¿Por qué? ¿Porque sonaba como candidato por Santiago? (Ríe). Bueno, es un rival que enaltece la carrera, pero no me alegra ni mucho menos, porque soy un convencido de que los cupos son de la ciudadanía y no de los partidos.

–¿Le gustaría ser alcalde de Santiago?
–Sí. Me quedé con las ganas el 2004; eso todo el mundo lo sabe.

–¿De nuevo va a hacer de Quijote o está dispuesto a ceder un poco y entrar en la lógica partidista para no quedarse abajo?
–Voy a insistir con mi manera de hacer las cosas. A la Presidenta Bachelet la eligieron a pesar de lo que querían los partidos. ¡Qué mejor ejemplo que ése!

–¿Está en su horizonte ser Presidente de Chile también?
–Si uno juega por la Selección, siempre va a querer ser capitán. Para qué negarlo, todos los que estamos en esto queremos ser presidentes de Chile. Me gustaría ser Presidente, pero no me corto las venas por ello. Estoy feliz donde estoy.

–¿Cree que la DC tiene el derecho natural a exigir su turno en la próxima presidencial?
–No, para nada.

–¿Cómo puede competir entonces su partido con la escalada en las encuestas de José Miguel Insulza y el factor Lagos?
–Es difícil, pero por otra razón. Faltan tres años y la Concertación tiene que estar atenta a qué va a exigir la gente. En el escenario actual se pueden dar varios casos: que la gente quiera la vuelta de un papá, un Presidente republicano; que después de toda esta crisis haya un cambio real en el esquema político y que la gente quiera ver liderazgos ciudadanos más de futuro y, en el caso que la crisis continúe o no se resuelva bien, que la opinión pública se incline por liderazgos más populistas. Todo eso puede pasar y eso está por verse. Faltan tres años. El Transantiago puede solucionarse y lo que es clave es que la sociedad está pidiendo respuestas mucho más rápido que lo que el mundo político es capaz de responder.

–¿Usted entra en la categoría del liderazgo ciudadano?
–Es lo que más me interpreta, sin duda, pero también hay otros. Alberto Undurraga, Claudio Orrego, todos ellos pueden surgir con mucha fuerza. Hoy la discusión está centrada en Lagos, Insulza, Alvear, pero por debajo hay un mundo de cosas que están pasando y que nadie se da cuenta.

–¿Cómo cree que el Transantiago y los “cortes de cinta” están afectando la imagen de Ricardo Lagos?
–Le están influyendo, pero nuevamente en el contexto de si la elección fuera este domingo. Falta mucho. En todo caso, también creo que hay una campaña sostenida en la oposición para pasarle la cuenta, lo que es entendible. Lo que ocurre es que en la Concertación nos acostumbramos a una oposición tan débil que, cuando muestra los dientes, tendemos a dramatizar. Pero ése es su rol.

–¿A quién le temería más: a Longueira o a Piñera?
–Creo que van a competir los dos. Longueira es mejor para la Concertación porque está recién comenzando un proceso que termina en tres años más. Pero, como es una persona capaz, inteligente y constante, va a hacer su trabajo y debe estar estudiando sus falencias para superarlas, porque hay un dato clave, Longueira tiene mucha más adaptabilidad y flexibilidad a la realidad que Piñera. En ese sentido, la UDI es mucho más en terreno que RN.

–Chile es el único país en el mundo en que la Democracia Cristiana está en un bloque de centroizquierda. ¿Cree que la DC está desnaturalizada en la Concertación y que eso pudiera cambiar?
–Eso tiene que ver con que la Iglesia Católica chilena fue más progresista que sus pares y la DC responde a eso con mucha fuerza. Por eso somos una excepción. Ahora, con este giro hacia una Iglesia más conservadora, hay un giro natural de los militantes decé a posiciones también más conservadoras, y eso a nosotros, los de mi generación, nos cuesta entenderlo. Por eso, el centro político ligado a la Iglesia Católica va a tener un giro hacia la derecha. Ahora, en el sistema actual y con los actores actuales, eso no se va a producir.

“DC en peligro de extinción”
–¿Cómo ve usted a su partido?
–La DC está en peligro de extinción, que no es lo mismo que en vías de extinción. Están todas las condiciones para que esto se dé: se ve canibalismo interno, las máquinas se alimentan e incentivan el conflicto.

–Un partido en crisis puede sobrevivir en un conglomerado en crisis.
–Lo veo más positivamente. A la Concertación se le murió algo muy querido y que nos unía: la transición. Ahora hay un desorden, porque todos están tratando de llenar ese vacío, pero no es un tema terminal; hay que encontrar un nuevo horizonte, crear una Concertación II.

–¿Qué responsabilidad tiene Michelle Bachelet en eso?
–Ninguna.

–¿No era el gobierno ciudadano de Bachelet el llamado a llenar ese vacío?
–La crisis en la Concertación es más responsabilidad de los partidos que de Bachelet, porque han ejercido una influencia para volver atrás y terminar con los espacios y la promesa de participación que hizo la Presidenta.

–En ese sentido, ¿cómo evalúa usted el último cambio de gabinete?
–Tiene de bueno que trae una pacificación y un espacio para tomar decisiones que era muy necesario. Pero creo que es un cambio de gabinete que va a demorar el tránsito a un país más participativo y donde importe más la opinión de la gente.

Revista Cosas
13 de abril de 2007

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